La cabeza más importante que las piernas

De hecho, en un entrenamiento influyen: físico 60%, psicológico 15%, estratégico 10% y aspectos externos 5%.
La psicología deportiva no solo pretende un rendimiento óptimo del deportista, sino lograr que “el bueno” sea “el mejor” con una buena preparación. Por ejemplo: dos ciclistas con unas características físicas similares y con pruebas de esfuerzo y analíticas parecidas deberían tener un rendimiento similar, pero el día de la carrera uno rinde y el otro no tanto. La diferencia es la preparación psicológica y la “fortaleza mental”.
Los perfiles ideales a desarrollar son: autocontrol (controlar las reacciones emocionales para lograr una estabilidad), motivación, mantener la calma bajo presión, resistencia en los fracasos, concentración y el gusto por competir. Sin este último factor nada tiene sentido.
Una lesión
Las lesiones son un duro golpe para un deportista, de las cuales afrontarlas y superarlas es una gran batalla de la psicología deportiva porque es una situación de impotencia y frustración en la que se ve envuelta. Una lesión es algo físico, pero un deportista puede ser más o menos vulnerable si tiene más o menos estrés. En ocasiones hay señales de alarma que advierten de una mala adaptación a las lesiones. Son básicamente siete: sentimiento de furia y confusión, obsesión por cuándo volver a competir, negación (“no es para tanto”), volver demasiado pronto, alardes exagerados de logros, culpa por defraudar al equipo, y cambios repentinos en el estado de ánimo.
La psicología deportiva no solo pretende un rendimiento óptimo del deportista, sino lograr que “el bueno” sea “el mejor” con una buena preparación. Por ejemplo: dos ciclistas con unas características físicas similares y con pruebas de esfuerzo y analíticas parecidas deberían tener un rendimiento similar, pero el día de la carrera uno rinde y el otro no tanto. La diferencia es la preparación psicológica y la “fortaleza mental”.
Los perfiles ideales a desarrollar son: autocontrol (controlar las reacciones emocionales para lograr una estabilidad), motivación, mantener la calma bajo presión, resistencia en los fracasos, concentración y el gusto por competir. Sin este último factor nada tiene sentido.
Una lesión
Las lesiones son un duro golpe para un deportista, de las cuales afrontarlas y superarlas es una gran batalla de la psicología deportiva porque es una situación de impotencia y frustración en la que se ve envuelta. Una lesión es algo físico, pero un deportista puede ser más o menos vulnerable si tiene más o menos estrés. En ocasiones hay señales de alarma que advierten de una mala adaptación a las lesiones. Son básicamente siete: sentimiento de furia y confusión, obsesión por cuándo volver a competir, negación (“no es para tanto”), volver demasiado pronto, alardes exagerados de logros, culpa por defraudar al equipo, y cambios repentinos en el estado de ánimo.
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