No cambiar la Sanremo
Falta poco más de un mes para una de las carreras más grandes, la clásica de Sanremo el próximo 24 de marzo que cumplirá un siglo de vida y los corredores ya discuten y protestan. Han sabido que los organizadores locales quieren modificar el gran final de Sanremo.
Cambiar la meta de la histórica vía Roma en plaza Carlo Dapporto, otra vieja estación, de frente al mar. Justo donde ayer acabó la vuelta al Mediterráneo con el encanto e incierto sprint italiano entre Lorenzetto y Bennati.
Es el destino que la grande clásica de primavera haga discutir desde siempre. El legendario patrón Vicenzo Torriani modificó la prueba en 1960, incluyendo la subida del Poggio para evitar un sprint demasiado masivo. Después en el 82 el Poggio no bastaba y introdujeron el Cipresso.
En las pasadas ediciones se penso cambiar más todavía: vía Cipresso, introduciendo la subida de Pompeiana que iría directamente al Poggio. Pero la hipótesis ha estado descartada. No es justo modificar tanto la carrera. La Sanremo es por excelencia la clásica de los velocistas y corredores de clásicas de un día. Es fascinante después de casi 300 kilómetros, sobre el Poggio pueden ganarla 30 corredores o igual más. Metiendo la subida de Pompeiana sería una especie de Liege-Bastogne-Liege. Mejor que no. Ahora está esta novedad.
Los organizadores locales han propuesto modificarla: de la mítica fuente cuando empeiza vía Roma y estamos a poco más de 300 metros de la llegada, se iría hacia la izquierda para ir sobre el mar. La meta en la plaza que está al lado de la vieja estación sería espectacular para la gente, las estructuras, los sponsors, las televisiones. Pero demasiado peligroso para los corredores, calles estrechas, curvas y contracurvas, una rotonda, un breve túnel en los últimos mil metros. Riesgos excesivos para un grupo que respecto a la distancia y del final no es fácil, sobretodo si el grupo va compacto para el último sprint. Ayer los corredores que se enfrentaron a esa misma calle, la etapa final de la vuelta al Mediterráneo han dicho que se debe modificar.
Mirco Lorenzetto, ganador por un milímetro sobre Bennati y que en la fase final de la Sanremo podría ayudar a Petacchi, se quedó perplejo: “Hablaré con Alessandro (Petacchi), le explicaré bien el final, iremos a verlo, pero sé que la decisión no venga decidida. A parte de las curvas, el asfalto es viejo, la bicicleta baila y vibra, no me parece una meta tan importante”.
Bennati y los otros se han puesto de acuerdo. Los organizadores de Milán de la Rcs Sport valuarán los cambios previstos. Parecen perplejos. Claro que en vía Roma es todo un poco estrecho, tanto para la gente como para los medios, las televisiones, los patrocinadores, etc. pero desde el punto de vista del espectáculo, una recta con un poco de subida, con viento contrario del mar , representa un gran final para la gente, que también discute sobre el tema.
Nacen a menudo sprints inciertos, como por ejemplo los dos últimos finales en ese rectilíneo. Modificar ese final, arriesgar un accidente o la caída justo en la meta después de casi 300 kilómetros, curvas, contra curvas, subidas, descensos, sería injusto. No cambiar la Sanremo.
Falta poco más de un mes para una de las carreras más grandes, la clásica de Sanremo el próximo 24 de marzo que cumplirá un siglo de vida y los corredores ya discuten y protestan. Han sabido que los organizadores locales quieren modificar el gran final de Sanremo.
Cambiar la meta de la histórica vía Roma en plaza Carlo Dapporto, otra vieja estación, de frente al mar. Justo donde ayer acabó la vuelta al Mediterráneo con el encanto e incierto sprint italiano entre Lorenzetto y Bennati.
Es el destino que la grande clásica de primavera haga discutir desde siempre. El legendario patrón Vicenzo Torriani modificó la prueba en 1960, incluyendo la subida del Poggio para evitar un sprint demasiado masivo. Después en el 82 el Poggio no bastaba y introdujeron el Cipresso.
En las pasadas ediciones se penso cambiar más todavía: vía Cipresso, introduciendo la subida de Pompeiana que iría directamente al Poggio. Pero la hipótesis ha estado descartada. No es justo modificar tanto la carrera. La Sanremo es por excelencia la clásica de los velocistas y corredores de clásicas de un día. Es fascinante después de casi 300 kilómetros, sobre el Poggio pueden ganarla 30 corredores o igual más. Metiendo la subida de Pompeiana sería una especie de Liege-Bastogne-Liege. Mejor que no. Ahora está esta novedad.
Los organizadores locales han propuesto modificarla: de la mítica fuente cuando empeiza vía Roma y estamos a poco más de 300 metros de la llegada, se iría hacia la izquierda para ir sobre el mar. La meta en la plaza que está al lado de la vieja estación sería espectacular para la gente, las estructuras, los sponsors, las televisiones. Pero demasiado peligroso para los corredores, calles estrechas, curvas y contracurvas, una rotonda, un breve túnel en los últimos mil metros. Riesgos excesivos para un grupo que respecto a la distancia y del final no es fácil, sobretodo si el grupo va compacto para el último sprint. Ayer los corredores que se enfrentaron a esa misma calle, la etapa final de la vuelta al Mediterráneo han dicho que se debe modificar.
Mirco Lorenzetto, ganador por un milímetro sobre Bennati y que en la fase final de la Sanremo podría ayudar a Petacchi, se quedó perplejo: “Hablaré con Alessandro (Petacchi), le explicaré bien el final, iremos a verlo, pero sé que la decisión no venga decidida. A parte de las curvas, el asfalto es viejo, la bicicleta baila y vibra, no me parece una meta tan importante”.
Bennati y los otros se han puesto de acuerdo. Los organizadores de Milán de la Rcs Sport valuarán los cambios previstos. Parecen perplejos. Claro que en vía Roma es todo un poco estrecho, tanto para la gente como para los medios, las televisiones, los patrocinadores, etc. pero desde el punto de vista del espectáculo, una recta con un poco de subida, con viento contrario del mar , representa un gran final para la gente, que también discute sobre el tema.
Nacen a menudo sprints inciertos, como por ejemplo los dos últimos finales en ese rectilíneo. Modificar ese final, arriesgar un accidente o la caída justo en la meta después de casi 300 kilómetros, curvas, contra curvas, subidas, descensos, sería injusto. No cambiar la Sanremo.
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