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Soy Bruno, un chico joven al que le gusta mucho el ciclismo. Aquí estoy para tratar de informar sobre las cosas más importantes que pasan en este mundillo...
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domingo, diciembre 31, 2006

Los traficantes... de sueños

El ciclismo es un deporte noble, duro y antiguo, con una historia nutrida de mitos y leyendas, es en definitiva, un subidón de furia arcaica en una época donde la tecnología y el dinero han corrompido la esencia de la mayoría de los deportes. O por lo menos hasta hace unos años lo era. Ejemplos como el fútbol, convertido desde hace tiempo en un gran circo mediático donde los 4 elegidos viven en la opulencia y la plebe sacia sus derrotas personales vibrando con lo que cree que es su equipo. O la fórmula 1, dónde ya pasaron los tiempos de los pilotos legendarios, y dónde podemos observar una vez más que la tecnología, el dinero, y el poder de los medios, han acabado con todo el romanticismo del pasado para convertir el fenómeno en una pasarela tecnológica y social, dónde no gana el mejor, y sobre todo, dónde ganar es menos importante que tener el circo permanentemente envuelto en sustancioso glamour.

Hablaba en el párrafo anterior de la grandeza del ciclismo en pasado, porque las épocas que vienen no son favorables para este deporte. Al final la tecnología también ha llegado al pequeño mundo del ciclismo, aunque en forma de malsana medicina deportiva, al igual que el intento, con menos éxito por cierto, de su mediatización.
Como en todos los esquemas y jerarquías, y cómo en todos los deportes, en definitiva, el ciclismo ha sido víctima de la facción de los opulentos, que es como califico yo a estos seres que en aras de sacar una buena tajada económica y sin una experiencia conocida previa emergen como salvadores del mundo del deporte que les toque en gracia, para después hundirlo en la más absoluta de las miserias.
Lo que en un principio era un deporte donde se ganaba por casta, y al que muchos chavales se apuntaban con la ilusión de ser los futuros Eddy Merckx, se ha convertido en la vanguardia de la experimentación biológica con cobayas humanos. Basta reunir 4 médicos con un talento proporcionalmente inverso a sus escrúpulos, unos cuantos opulentos que financien las operaciones, y sobre todo, muchos chavales con sueños, siendo esto último lo más importante, ya que el trafico de estos es la base de todo el negocio.
Cuantos más chavales logres juntar, con más sueños podrás traficar, más podrás experimentar, y en base a esto, mejores sustancias (y más efectivas) podrás dar a los capos del pelotón, que pese a que el nombre connote a mafia, curiosamente la mafia está alrededor del pelotón, y no dentro de él, como mucha gente quiere hacer ver.
Hace unas decenas de años, la trampa podía consistir en unas cuantas dosis de cafés antes de la carrera, o en trucar la bicicleta, bien elevando el nivel de la propia (materiales o medidas prohibidas), o destornillando la del rival. Después llegó un breve pero tortuoso paso por los diferentes tipos de hormonas y demás sustancias de la parte noble de la farmacia, llámese hormona del crecimiento o llámase eritropoyetina (la famosa EPO), que aparte de aumentar el rendimiento deportivo de una manera mucho más sustancial que el resto de productos, aumentaba el riesgo de muerte súbita de una manera igual de proporcional. A finales de los noventa fue el auge de esta sustancia, que coincidió con la muerte de muchos ciclistas cobaya jóvenes, tal vez de un perfil menor, pero con los mismos sueños que el resto.
Hoy en día hemos llegado por fin a la época de las hemotransfusiones, arte que versa en extraer la sangre de un sujeto cuando se encuentra en plenitud de facultades físicas, cultivar y enriquecer esa misma sangre mientras se acerca la competición grande, y después inyectarla por vena en medio de la gran competición antes mencionada, cuando el ciclista se encuentra débil producto de los tremendos esfuerzos llevados a cabo durante el año, y pudiendo llegar así a alcanzar unos niveles de rendimiento superiores y con la sangre en unos niveles de oxigenación mucho mayores que los del resto de rivales.
Hasta ahora el gran problema ha sido que el dopaje llevaba la delantera a los medios que lo detectaban, y todos los positivos que se daban correspondían a errores técnicos de los ciclistas dopados y su entorno, ahora el gran problema es que los laboratorios detectan a casi todos los sucios, y es cuando salen casos de cientos de ciclistas envueltos en operaciones puerto (y las que vendrán). Lo que en un principio iba a jugar en beneficio del ciclismo según los opulentos (ciclistas más fuertes, recorridos más duros, mayor espectáculo) ahora va en su contra, los medios de comunicación (y sobre todo las agencias de información) magnifican todo lo relacionado con el dopaje, a sabiendas de que ese tipo de noticias dan mucha más audiencia que cualquier carrera en sí misma, por lo que si el problema de por sí ya es grande, a ojos de los espectadores resulta aún mayor, quedando poco a poco estos últimos desencantados y renunciando a seguir el ciclismo por considerarlo un deporte sucio. Y es así como nos acercamos al final, directores reputados que caen, flamantes ganadores de grandes vueltas que son enterrados vivos, siendo el punto culminante de este funeral Agosto del año pasado, cuando este deporte tuvo por primera vez en su historia el honor de tener a los tres ganadores de las tres grandes vueltas envueltos en diferentes situaciones de dopaje.
El ciclismo se muere, los opulentos (a veces también conocidos como “mánagers generales”) roban a los patrocinadores todo el dinero que pueden antes del entierro, y los sueños se desvanecen. La última canción fúnebre del ciclismo ya ha empezado, y no serán pocos los que bailen sobre su tumba.

1 comentario:

Brunello dijo...

eso espero yo también!